viernes, 5 de octubre de 2012

085-M: Desapariciones de Gustavo Jamilis, Rodolfo Vera, Gladys Castro y Walter Domínguez, Nélida Tissone y Néstor Carzolio

PCML: objetivo brutal
04-10-2012 | Por videoconferencia desde la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata, Mabel Jamilis y Violeta Becerra dieron cuenta del cerco represivo que signó el destino de estudiantes y militantes del Partido Marxista Comunista Leninista en esa ciudad y en Mendoza, con su agudización hacia fines de 1977. La violencia sobre toda la familia Becerra y la implicancia de la Fuerza Aérea en la operatividad de la represión. 

Como su familia, Mabel Ester Jamilis es originaria de La Plata. Su hermano Alberto Gustavo y su compañera María Inés Barbetti, embarazada, trabajaban en el Registro de la Propiedad del Ministerio de Economía en 1977 cuando “Alberto fue dejado sin actividad por el artículo 1 -abandono de sus funciones. Había recibido informaciones tales como que habían apresado a una compañera suya que él había estado adoctrinando”.

La pareja viajó a Mendoza. En el hospital Civit nació Nicolás Joel, en presencia de su tía. Aquí conoció a la pareja de Nélida Tissone y Néstor Carzolio, en cuya mimbrería Gustavo trabajaba con el “Negro” Vera, a quien Jamilis había dado resguardo en su casa. Mabel desconocía entonces la pertenencia militante de su hermano pero sí que “era de formar políticamente grupos de gente”, y cree que en Mendoza continuó su actividad. La militancia de su hermano en el Partido Comunista Marxista Leninista -PCML- la corroboró tras los hechos.

Quien enteró a Mabel del secuestro fue Paulina, la otra hermana Jamilis, que le narró lo vivido por Barbetti: “entraron -a la casa de la pareja-encapuchados, de civil y armados, se llevaron a Alberto la madrugada del 6 de diciembre de 1977, Mary pidió que no la llevasen, le dieron los pesos de la billetera de él y le dijeron ´esto es para vos, para que críes bien a tu hijo´; ella tomó al bebé y se lo llevó a casa de Paulina, si no estaríamos buscando otro chico”, dijo Mabel. “A mi hermano no sabíamos en qué lugar buscarlo, como no sabemos hasta el día de hoy adónde se lo llevaron”, remarcó.

Ningún lugar en el mundo
“La situación en La Plata era muy complicada” enfatizó varias veces Violeta Anahí Becerra Issa, que estudiaba en esa ciudad al momento del golpe de Estado y conocería a partir de entonces allanamientos, persecuciones y secuestros en carne propia y en torno a toda su familia. Su hermano Ciro Jorge -estudiante de geología- y su compañera Susana De Miguel -estudiante de biología-, ambos militantes del PCML, buscaron refugio en Mendoza, primero en casa de los padres de Becerra y después en un alquiler cerca de Luján.

El 22 de diciembre de 1976, Jorge Becerra -enyesado por una fractura en su pierna- fue rodeado en la camioneta de su amigo Rodolfo Vera por policías de la Provincia. Jorge -que estuvo detenido hasta fines de 1980 en diversos Centros clandestinos y prisiones- contó a Violeta en las visitas que ella le hizo, que la tremenda tortura a la que fue sometido durante los interrogatorios tenía relación con que en la camioneta encontraron panfletos de Montoneros, organización a la que no pertenecía.

El día siguiente al secuestro de Jorge, los padres de Violeta “sacaron a Susana y Federico -de cuatro meses- de la casa que ocupaban, a la noche el inmueble fue ametrallado, los muebles un colador”. Para el año nuevo de 1977 Susana y su hijo habían escapado a Neuquén, junto a “Elsi” -Elsa del Carmen Becerra, también hermana de Violeta, también desaparecida, también del PCML-. Después estuvieron a mediados de ese año por unos meses cobijados por Gladys Castro y Walter Domínguez y en septiembre retornaron a Buenos Aires, por la costa -Mar del Tuyú-. De Miguel consiguió salir del país en mayo de 1979.

Violeta, en conocimiento de la persecución que en La Plata y en Mendoza sufrieron los miembros del PCML, añadió los nombres de Néstor Carzolio, Nélida Tissone y de María Cristina D´amico, entre las víctimas de la cacería. Como ya había señalado en su testimonio del juicio anterior en relación a la Causa por la desaparición de Jorge del Carmen Fonseca, Becerra destacó que era él “quien acompañaba los movimientos de la gente”. En diciembre de 1977, Violeta -por intermedio de una compañera de su hermano Jorge- tenía estipulada una cita con su hermana Elsa y otro compañero, pero el encuentro se frustró, presumiblemente a raíz de las caídas en Mendoza. Violeta une esta serie de secuestros con la que se produjo un mes después -entre el 21 y el 26 de enero del 78- en el barrio de Colegiales en Buenos Aires, donde “chicos del PCML de La Plata fueron secuestrados en Capital, entre ellas Elsa, secuestrada por un operativo de fuerzas conjuntas, en un departamento en Colegiales, en medio de una crisis de nervios, con dos compañeros que lograron escapar”. La testigo aportó que Gabriel Miner -mendocino en relación con la militancia y secuestrado en alguno de ambos operativos grupales- supo que Elsa estaba en el Centro clandestino “El Banco”, de Capital Federal.

“Toda mi familia, mis otros hermanos también, tuvimos que movernos, incluso mis padres sin estar en ninguna organización”, dijo Violeta, que recordó su propio secuestro, cuando estuvo refugiada en Tupungato: “la finca fue allanada por un operativo en el que estuvo involucrado el Ejército, pero empezó por la policía departamental”.

Acerca de las secuelas de la violencia ejercida sobre su hermano Jorge, exiliado durante ocho años, fallecido en 2006, denunció: “el secuestro enyesado, la tortura, la picana, agravaron su salud, en Sierra Chica contrajo el mal de Chagas que agravó un problema por el cual estaba en tratamiento desde los doce años, le generó una lesión cerebral, convulsiones y descomposturas, su corazón no aguantó”.

María Ragusa también testimonió en relación a la desaparición de Rodolfo Vera. La mujer, en diciembre de 1977, vivía contigua a la mimbrería de donde fue secuestrado Vera, al 1164 de Dorrego. La casa natal de Ragusa hace esquina en calles Dorrego 1136 y Luzuriaga 911.El salón tenía entrada por Dorrego, Ragusa nunca ingresó. No recuerda quién vivía al lado cuando ingresaron los militares.

Precisó con detalles el vecindario y el clima de la época pero no recordó los hechos que se investigan. Del secuestro, dijo, se enteró por el almacenero del barrio, Oscar Cortez. El único procedimiento que recordaba por aquellos años fue el allanamiento nocturno del Ejército a su domicilio, “nos agarraron dormidos, revisaron la casa sin encontrar nada, tampoco nos dijeron qué buscaban. Estaban armados y tenían ropa de militar”, dijo Ragusa.

Por otro lado contó que su hijo trabajaba en el corralón de Canela, ubicado en  Remedios Escalada y Tucumán de Dorrego, y que supo del procedimiento en el que fue asesinado Francisco Urondo, secuestrada  Alicia Raboy y sustraída la hija de la pareja,  Ángela Urondo.

Fe de erratas: Violeta Anahí Becerra aclaró un  dato erróneo publicado en relación al testimonio brindado por Agustina Corvalán de Vera sobre el secuestro de su hermano, Ciro Jorge Becerra. Constatado el equívoco en la edición de la crónica, en efecto realizada por este Blog -y con las disculpas correspondientes-, aclaramos que ni la señora Corvalán ni la lectura de sus declaraciones anteriores ante la justicia dan cuenta de lo que se publicó. Que haya sido involuntario no quita la responsabilidad de rectificar y hacerlo público.

Rutinas de la Fuerza Aérea
Daniel Ulises Domínguez, primo hermano de Walter Domínguez -secuestrado con Gladys Castro, embarazada de seis meses, el 9 de diciembre de 1977- y de Osiris Domínguez, hizo el Servicio militar entre enero de 1977 y marzo de 1978 en la IV Brigada Aérea, donde estuvo asignado a la jefatura de Brigada de la sección “Órdenes”, bajo la Compañía “Servicios”.

Ulises supo de los secuestros por sus familiares: “Walter había desaparecido, mis tíos estaban buscándolo, hablábamos del tema sin saber qué le podía haber pasado”, comentó y aseveró reticente no haber realizado averiguaciones sobre sus destinos. Luego, ante las inquisitorias del Tribunal y de las querellas, dijo que quizás haya hecho alguna consulta ante un superior; y agregó que en una rutina otro soldado le comentó “vi a tu primo -por Osiris, en fuga tras constatar el operativo en la casa de Walter- con mi viejo allá en su finca, al Este de Barrancas, Maipú”. Ulises reconoció que en la época y en ese ámbito, oyó hablar de “la lucha antisubversiva” pero que no la relacionó con la desaparición de su primo hasta tiempo después.

Acerca de Rolando -su hermano- quien según María Assof -su tía-, la conminó a disponer los preparativos para recibir a Walter y Gladys para la Nochebuena del 77 porque “los iban a largar”, dijo “teníamos una formación cerrada, había cosas que no hablábamos”. Rolando ingresó a la Policía de Mendoza en noviembre de 1975, donde estuvo un tiempo en la comisaría 27 de Villa Hipódromo. Luego continuó su carrera en la Fuerza Aérea -mientras Ulises cumplía la conscripción- y revistió en la Regional Oeste.

Patricia Santoni por Fiscalía, Romina Ronda y Diego Lavado por las querellas, y González Macías por el Tribunal, condujeron el testimonio para que Domínguez aporte su conocimiento sobre el funcionamiento de la Fuerza Aérea. Estaban las Compañías de Servicios, que ocupaba el ala sur del predio; Policía Militar y COIN -"Compañia contra insurgencia"-, que se repartían el ala norte del predio. Sobre la última explicó: “eran las comisiones de soldados primeras en salir ante los conflictos, conscriptos que salían en camionetas Ford azules y cúpulas de tela -´guerrilleras´- donde entraba media docena de personas".

De la “Regional Oeste”, el testigo comentó: “era la sección vinculada a actividades de inteligencia con sede dentro de la Brigada, integrada por divisiones de Inteligencia de cada una de las Fuerzas Armadas.
Ulises afirmó la existencia de llegadas y salidas de aviones Hércules y aeronaves más pequeñas. Luego lo relacionaría con el traslado de prisioneros. Recordó la situación por la cual un piloto de un Hércules arribado a Mendoza hizo que se apresara por 24 horas a todos los conscriptos porque le habían robado su arma. Luego se enteraron de que eso lo hacía en todas las Bases.

Acerca de Campo Las Lajas como punto de enterramiento, Ulises aseguró que la IV Brigada tenía allí un puesto de guardia con personal militar, campo de tiro y combate. Las guardias, el relevo de turnos, en Las Lajas, eran función de la sección “Órdenes”.

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