martes, 22 de febrero de 2011

Audiencia del 22 de febrero

TRES POLICIAS DESMEMORIADOS


Los ex policías de la Comisaría Nº 29 de Maipú: Gelves, Rodríguez Quiroga y Molina atestiguaron en la causa que investiga las desapariciones de Julio y Hugo Talquenca producidas en  la jurisdicción donde prestaban servicios. Ninguno ni siquiera recordó el hecho, a pesar de que dos de ellos eran los encargados del libro de novedades y el tercero era chofer al momento del operativo realizado por fuerzas conjuntas, el 14 de mayo de 1976.
En todos los casos las respuestas más frecuentes fueron: “no sé” y “no me acuerdo” hasta el punto de haber olvidado los acontecimientos que sacudieron a Maipú por aquellos años. El fiscal Dante Vega, además del caso Talquenca preguntó, a cada uno, por el secuestro de los sindicalistas Brizuela y García que aparecieron asesinados y por el fusilamiento de Antonio Molina y un NN en el paredón del frigorífico Vildoza, acecidos en el entorno de los testigos; invariablemente contestaron con la fórmula del “No me acuerdo”.
Oscar Domingo Gelves
  Suboficial de Policía revistó en la Comisaría 29 de Maipú desde  1975 a 1979, se desempeñó como escribiente del libro de novedades; el mismo le fue exhibido y debió reconocer su firma antes de que llegaran las preguntas de la querella y el Tribunal.
  Con estilo campechano y gesto de yo no fui, Gelves puso especial empeño en  negar todo para eludir cualquier situación comprometida pero exageró. A pesar de que aceptó que estaban bajo el mando operacional de las FFAA desde antes del golpe, dijo no haber visto efectivos del ejército, autos particulares ni gente de civil. No pudo explicar para qué sirve el “Santo y Seña”, registrado con su propia letra en el libro de novedades y otras sistuaciones por el estilo En el empeño por negar hasta los hechos de público conocimiento quedó enredado en sus propias contradicciones. Puesto en evidencia y obligado a  responder, solía suspirar un: “Ay Dios mío…-después-…: No me acuerdo” y aclaraba “No es que quiera ocultar algo”.
De entre sus palabras se escurrió la confirmación de que había un accionar encubierto, indebido que era mejor no conocer. Reiteradamente habló del temor a saber qué sucedía.
Ignacio Felipe Rodríguez Quiroga
Sargento jubilado de la Policía de Mendoza, trabajó como chofer de la comisaría 29º de Maipú entre 1973 al ’79. La noche del secuestro de los hermanos Talquenca quedó registrada la salida del móvil policial conducido por Rodríguez en horas próximas al operativo. Indagado sobre este hecho, por supuesto, dijo no recordarlo así como los otros episodios represivos acaecidos en Maipú. Sin embargo dio cuenta de los operativos conjuntos de identificación y requisa de autos que realizaba el ejército y la policía. La vestimenta propia, agregó, “no se distinguía mucho de la de los militares”: ropa verde oliva de combate, polera negra, birrete, bombacha y borceguíes.”
Rodríguez, de aspecto reservado, también admitió que era frecuente la presencia de personal sin uniforme que realizaba operativos en autos particulares. Cuando la querella le preguntó si condujo el móvil policial para realizar algún allanamiento de domicilio; contestó: ¡No!  También se refirió a la conveniencia de no preguntar por lo que sucedía.
Pedro Saúl Molina
Sargento retirado hace 30 años, aparece su firma en los registros de la Comisaría 29 en fecha próxima al secuestro de los hermanos Talquenca, sin embargo el testigo dijo que prestaba servicios en Coquimbito.
Aparentemente deteriorado físicamente, dio respuestas equivocas como si sufriera desubicación espacial por lo que el Tribunal optó por liberarlo. Su testimonio fue muy breve.
Nadie mejor que un policía para saber qué decir y qué no decir para evitar auto incriminarse; cada cual con su estilo, además, cumplió con el pacto de silencio que los une a la represión.

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