viernes, 13 de mayo de 2011

Audiencia del 12 de Mayo

LA CORTA E INTENSA VIDA  DE SALVADOR MOYANO
En la apertura de la causa por la Desaparición de Salvador Moyano, militante de la Juventud Peronista secuestrado a pocos metros de su casa el 29 de septiembre de 1976, quedó en evidencia que la policía participó activamente en el operativo realizado en Guaymallén. Su esposa, su hermana y un sobrino ofrecieron detalles sobre este caso en el que están imputados Eduardo Smaha y Armando Fernández, ambos pertenecientes al Departamento 2 de Informaciones de la fuerza provincial. Después de la lectura de elevación a juicio de la causa 11 M prestaron declaración los tres familiares del joven.
Aurora Elena Alvarado
Conoció a Salvador (Pancho) Moyano, su esposo, en una unidad básica peronista. Se casaron muy jóvenes, en el ’76 ya tenían dos hijos y una tercera en gestación. Debido a la responsabilidad familiar, el hombre había optado por entrar en la policía, así fue destinado a la Seccional 4ta. pero poco tiempo después le dieron de baja.
Alvarado recordó que minutos antes del operativo fue a advertirle a su esposo, quien se encontraba trabajando a la vuelta de su casa, que alguien fisgoneaba el interior de la vivienda. Entonces Moyano decidió verificar de quién se trataba, desanduvo el camino a su casa junto con la mujer y reconoció al hombre que estaba merodeando como perteneciente a la Policía. No obstante decidió volver a la calle e instantes después Elena escuchó los gritos de Pancho invocándola y, tras dos disparos, al salir pudo observar que le pegaron un tiro en una pierna y lo introdujeron en un  Fiat 125 color crema, con otro individuo al volante. Inmediatamente después la mujer junto a su suegro fueron a radicar la denuncia en la comisaría 9na. de Guaymallén, donde una hora y media después le tomaron la denuncia y verificaron que en el lugar del secuestro se encontraban los casquillos de las balas con que hirieron a Moyano.
De allí en más Teodoro y Nicasia, padre y madre de Moyano repitieron el circuito de búsqueda que para ellos comenzó por los hospitales, de allí al Comando y demás dependencias de las fuerzas de seguridad, sin resultados.
Aunque Alvarado olvidó varios detalles antes declarados, el relato confirmó que el Desaparecido reconoció a uno de sus secuestradores como un “compañero de la policía”. La responsabilidad de esa fuerza coincide con una declaración de Sánchez Camargo -Jefe del D2-, que al ser interrogado antes de morir, confirmó que Salvador Moyano fue detenido por personal de su dependencia por haber intentado arrebatarle el arma a un efectivo.
Elena Alvarado caracterizó a Pancho como un padre y esposo excelente.

Testimonio de Raúl Domingo Fiore
Sobrino nieto de Salvador Moyano con quien mantenía una estrecha relación, fue citado porque a dos o tres meses del secuestro de Salvador lo pudo ver, de atrás, en el interior de un Ford Falcón color azul del cual tomó la patente. Moyano iba en el medio de dos personas, en el asiento trasero; el vehículo circulaba en la misma dirección que el declarante, pero a unos  10 metros de Fiore, su tío se dio vuelta y pudo reconocerlo.
Fiore, que entonces tenía 14 años, destacó el placer que le producía llegar a la casa de los Moyano porque percibía muy buen clima familiar.

Testimonio de Evangelista Moyano
Hermana de Pancho, proporcionó detalles sobre el desaparecido. Lo caracterizó como un gran lector que se incorporó tempranamente en la política ya que pertenecía a la UES en la secundaria, luego se integró a Montoneros. De su paso por la Policía, en 1975, la hermana recordó que estaba preocupado por el asesinato y persecución de las meretrices por parte de la fuerza; “El no se sentía cómodo en ese el rol”, dijo.
Confirmó que el cura Moreno les hizo saber que Moyano se encontraba detenido, sugirió a su padre que entrevistara a Nicolás Calderón para informarse pero el Jefe Policial negó rotundamente conocer el caso; asimismo confirmó que su padre repetía que a Pancho lo había detenido el D2.
Evangelista Moyano, única hermana del Desaparecido acercó al Tribunal una hoja ya amarillenta, con las anotaciones realizadas por Don Teodoro durante la búsqueda de su hijo. Tuvo palabras muy emotivas sobre la tarea de su padre y madre ya fallecidos y el recuerdo del joven secuestrado y desaparecido a los 22 años de edad.

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