jueves, 19 de mayo de 2011

Audiencia del 18 de mayo

Causa Fonseca (II): “A Jorge lo chuparon en Mendoza”

Venidos desde Neuquén y La Plata, los testigos Castillo, Aldisone y Cabrera aportaron valiosas pistas sobre la persecución a la que estuvo sometido Jorge Fonseca. También declaró Nieto, testigo presencial del secuestro de Salvador Moyano.

Rubén Héctor Cabrera: Conoció a Fonseca en su etapa de estudiante de derecho en La Plata, entre 1.973 y 1.977. Cabrera estuvo un tiempo como encargado de la Casa de Neuquén en la capital bonaerense, de allí su vínculo amistoso con Fonseca y otros compañeros neuquinos de la juventud peronista, con los cuales compartieron otros domicilios. “El era muy sensible, muy sano”, recordó.
“Me voy a trabajar, quedate acá en mi casa”, fueron las últimas palabras que Cabrera le dijo a su amigo, quien fuertemente perseguido desde fines del 76 alternaba moradas y salidas hacia otras provincias: “se fue a Mendoza y allá lo desaparecieron”, señaló el testigo con palabras de Ricardo, hermano de Fonseca. También se inclinó por establecer el nexo entre Fonseca y nuestra provincia a través de una supuesta novia de la víctima.

Guillermo Roberto Castillo: oriundo de Centenario (Neuquén), fue compañero de Fonseca durante la primaria, la secundaria y la militancia en la juventud peronista. Precisó que hacia 1.973 su compañero se fue a estudiar a La Plata, dónde además trabajaba y militaba, pero para las vacaciones volvía siempre al pueblo. Por esas visitas supo que Fonseca ya era perseguido, sus compañeros platenses detenidos, su casa allanada por el ejército y su documento sustraído. Se ganaba la vida vendiendo yuyos y luego vinos para bodegas “El globo”.
Castillo contó que a principios de 1.977 Fonseca fue a su casa con tres chicas y le pidió asilo por cuestiones políticas para “Negrita”, una de ellas, que permaneció en el pueblo hasta septiembre de ese año. Si bien en Centenario “la policía hacía allanamientos todo el tiempo”, “el riesgo había que correrlo”, sostuvo Guillermo que añadió que a Jorge se le escapó una vez el nombre de la mujer, “Elsi” y que la relación entre ambos estaba vinculada a la política y la militancia. “Negrita” era una joven culta, de contextura mediana, pelo castaño lacio y ojos claros y con acento mendocino.
Fonseca visitó a Castillo en junio y a fines de septiembre, cuando partieron con “Negrita” en tren con destino a Buenos Aires. Un mes y medio después Castillo recibe una carta manuscrita sin firma, supuestamente de “Negrita”, con dirección y poste restante de Buenos Aires, que señalaba que “lo chuparon a Jorge en Mendoza” y se pedía hábeas corpus por él. La carta fue entregada a la familia de Fonseca, que trató de reclamar por él a través del obispo de Nevares, sin resultados.

Antonia Mirta Aldisone: también neuquina, jubilada y pareja de Castillo, fue muy militante y compañera de Fonseca en la juventud peronista. Cuando él ya estaba estudiando en La Plata, Aldisone y sus compañeras le enviaban encomiendas con alimentos. Narró que en esa ciudad Fonseca vivía en pensiones y trabajaba en un taller de chapería y que para 1.976 ya residía en Mendoza aunque sin domicilio, sólo poste restante. El motivo: sus compañeros platenses ya eran secuestrados.
Sobre “Negrita”, Aldisone refirió que el mismo Jorge les dijo que ella “era de Mendoza, hija de maestros rurales y con hermanos también perseguidos y torturados”. A la descripción de su marido agregó que “Negrita” tenía 19 años, trabajaba junto a ellos en los galpones de empaque y poseía un documento falso. Sobre su partida en septiembre, explicó con palabras de Fonseca: “Negrita corre peligro”, en razón de los continuos allanamientos en Centenario. Acerca de la carta anónima señaló: “si bien fue remitida desde Capital Federal no quiere decir que haya sido escrita allí”.
Aldisone mencionó a otra chica con una beba, refugiadas por Fonseca en el pueblo por poco tiempo. Permanecían en una pieza alquilada a un matrimonio chileno de calle Estados Unidos, hasta que la joven desapareció sin rastros.
Hace poco, con motivo de que su compañera Nerea Montes viajaba para presenciar los juicios por delitos de lesa humanidad en San Rafael, Aldisone le pasó una foto de Fonseca. En el juicio alguien le mencionó a Montes que reconocía a Fonseca, “que habían estado detenido juntos”. Por tanto Montes será citada a testimoniar.
Emocionada, Antonia recordó el valor de Jorge y resaltó que en Centenario hay una biblioteca y una radio comunitaria con su nombre. Los chicos que lo impulsan “están haciendo cosas que nosotros no podíamos hacer mientras militábamos”, concluyó.

Jorge Alberto Nieto: Brindó testimonio sobre el secuestro y desaparición de Salvador Moyano. Actualmente camionero, con 15 años en 1.976 y vecino de Salvador, Nieto observó el operativo en su contra. Cerca de las 21 horas del 27 de septiembre, luego de atender en el kiosco familiar a Moyano vio cómo dos individuos lo golpearon, dispararon (“escuché dos disparos pero vi un solo fogonazo, el primero, que fue al aire”), lo metieron en un falcon y se lo llevaron.
El acta policial de la declaración bajo presión (también apretado por otros vecinos que lo sindicaron como el único testigo) que esa misma noche el menor Nieto debió dar en la comisaría 9ª de Guaymallén, fue falseada: fechas tergiversadas; se menciona un fiat 1.600 en lugar del falcón; que a Moyano lo había visto activar en la campaña presidencial de Cámpora (“cuando yo no sabía nada de peronismo, con mis 15 años jugaba a las bolitas”) y “como mi mamá no quería (por diferencias de edad) que me juntara con Moyano”, durante mucho tiempo la policía la presionó para que diera los porqués.

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