David Blanco, ex – preso político del ’76 al ‘83, fue primero absuelto por la Justicia Federal y luego condenado por un Tribunal Militar. Dejó en claro la connivencia de la Iglesia con la represión, habló de las vejaciones sexuales a los varones y remató aportando elementos que confirman la complicidad de Romano y Miret con la Dictadura.
Militante de la JUP- Juventud Universitaria Peronista-, delegado sindical del Banco Mendoza y estudiante de teatro, la combinación perfecta para que a los 23 años, el actual Secretario General de la Asociación Argentina de Actores, David Blanco, fuera detenido el 2 de junio de 1976 e hiciera el circuito carcelario por las prisiones de máxima seguridad del país.Mencionó la persecución a los artistas y dio cátedra sobre las cualidades transformadoras del arte que explica el empeño con que Dictadura los persiguió.
Su primer destino fue el D2. Allí sufrió durísimos tormentos tal como lo describieron anteriores testigos y reconoció a algunos de sus verdugos con los que se cruzó en la calle una vez restituida la democracia.
En su paso por ese centro compartió cautiverio con Ricardo Sánchez Coronel, su compañero de trabajo; y dijo haber escuchado a J. Vargas, ambos actualmente desaparecidos. Sobre un plano del D2 señaló las celdas en las que se encontraban ambos detenidos y ubicó la propia. Blanco fue primero procesado y absuelto por Juez Federal Guzzo, pero quedó preso para ser sometido a un Tribunal Militar. Con sus dichos, quedaron otra vez sobre el tapete, los desatinos sustentados por los Consejos de Guerra. Blanco relató que al comparecer ante el Tribunal le exhibieron explosivos, armas, municiones, etc., entonces reclamó que esos elementos no estaban en su poder y que el Tribunal no tenía pruebas en su contra; a lo que el fiscal, oficial Mojo, le respondió que como integrante de una supuesta célula subversiva David disponía de armas aunque no las tuviera consigo y agregó: “Nosotros no necesitamos pruebas nos alcanza el convencimiento de que Ud. es culpable” y lo condenaron a siete años y medio de prisión.
También la iglesia tuvo su capítulo cuando relató que el capellán del ejército, en un gesto poco habitual, le informó a su padre que estaba en el D2 y le sugirió un ardid para tener la confirmación que permanecía alojado en el D2.
Dos intervenciones importantes aportados por Blanco fueron, por un lado confirmar que los funcionarios de la Justicia consideraban a la tortura como algo habitual, y agregó con claridad: “aún sucede” haciendo referencia que los detenidos de hoy son víctimas de tormentos. Por otro lado, se escucho por primera vez la referencia a las vejaciones sexuales sufridas por los hombres, el ensañamiento con los genitales y el ano, hasta el punto de “desear la propia muerte” –dijo.
Finalmente, a pedido de la querella el ex -preso dejó en claro que fue absuelto por el Juez Guzzo, quien dejó constancia en acta de las torturas verificadas en su cuerpo y dio por no valida la declaración firmada en el D2. Por su parte, el entonces fiscal Roque Romano no investigó la tortura, revocó el sobreseimiento dictado por Guzzo y con el aporte de Miret, el testigo quedó preso hasta 1983.
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