Luz Faingold rememoró los atropellos vividos en el D2 cuando era aún una adolescente y sumó elementos contra Romano y Miret. Por la tarde, Susana Muñoz de la Casa por la Memoria ofreció un panorama completo de la estructura represiva en Mendoza y sus conexiones con San Juan y San Luis. El Tribunal confirmó la identificación de los restos de Juan Antonio Molina, exhumado del cuadro 33 del cementerio de Mendoza por el EAAF.
Cuando corría agosto de 1975, Luz Faingold fue secuestrada y trasladada al D2 junto con otros compañeros. Se había iniciado como militante en el secundario con sólo 16 años y pertenecía a una organización de izquierda que no adhería a la lucha armada. Durante su permanencia en esa dependencia policial, a pesar de su corta edad, sufrió el mismo calvario de otras presas con los consabidos abusos sexuales.
Los Faingold fue una familia reconocida en Mendoza con un status medio-alto y buenos vínculos con el poder lo que no impidió que al pasar el caso de Luz a la justica cayera en las manos hostiles de Roque Romano y Luis Miret; el entonces fiscal libró un dictamen aconsejando no restituirla a la familia y Miret la envió a un Hogar de Menores donde permaneció por algunas semanas. Antes del golpe fue nuevamente detenida, su domicilio allanado y saqueado pero recuperó su libertad. En el tercer intento, ya durante la Dictadura, Luz no se encontraba en su hogar, fue alertada y partió al exilio salvador.
María Susana Muñoz es Presidenta de la Casa por la Memoria y la Cultura Popular, la que fue incorporada a la Red de sitios de la Memoria por contener varios archivos especializados. Susana fue citada por el Tribunal para que informe lo investigado sobre la represión en Mendoza, en virtud de la publicación para el libro “Hacerse Cargo” que compila testimonios orales sobre las desapariciones locales. Muñoz fundamentó la estrecha relación de la estructura operativa de San Juan, San Luis y Mendoza; contabilizó 306 asesinatos y desapariciones de personas en la región u originarios de esas provincias.
También describió algunos hallazgos de sus investigaciones y la secuencia con que se registraron las razias, por organización, y en diferentes etapas según los designios de la Comunidad Informativa que integraba las fuerzas. Dejó en claro que en la provincia las órdenes las dio el Ejército y la brutalidad la aportó la policía que, según sus expresiones, se constituyó en mano de obra barata porque el único pago adicional por sus tareas fue lo rapiñado en los domicilios de los secuestrados.
Puso en evidencia conocer algunos registros importantes como el Libro de Reunión, donde se consignaban con seudónimos, los movimientos del personal represivo: cómo y dónde infiltrarse, o los Libros de Guardia de la Morgue, desde 1975 hasta el 83 en los que quedaron registrados los ingresos de presuntos desaparecidos.
Al cierre se conoció que el Equipo Argentino de Antropología Forense –EAAF– confirmó que los restos recuperados en un enterramiento colectivo en el cuadro 33 del cementerio de Mendoza pertenecen a Juan Antonio Molina. Precisamente su caso está incluido dentro de las 19 causas que analiza este Juicio.
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