miércoles, 22 de junio de 2011

Audiencia del 21 de junio

RECONSTRUCCIÓN: de TORRES a URONDO
En el inicio del debate que investiga la Desaparición de Rosario Aníbal Torres se escucharon los testimonios de Olga Heredia y Juan Carlos González, amigos de Torres, en cuya casa la víctima dejó su moto días antes de desaparecer. Desde otra óptica, Reneé Ahualli relató la relación que la unía a Torres en tanto militantes de la organización Montoneros.
Por la Desaparición de Rosario Aníbal Torres están imputados Juan Oyarzabal y Eduardo Smaha Borzuk, ambos miembros del D2 a quienes se los acusa por asociación ilícita, privación ilegítima de la libertad, homicidio con alevosía y otros crímenes de Lesa Humanidad. A la audiencia fueron citadas las últimas personas que tuvieron contacto con Torres, alrededor del 14 o 15 de junio de 1976.

Olga Noemí Heredia
Esposa de un viejo amigo de Torres, su domicilio fue allanado por hombres encapuchados la noche del 17 de junio de 1976. Con llanto y visible angustia, la señora recordó la violencia ejercida por la patota; encañonada ante sus cuatro hijos, hicieron destrozos y se llevaron una motocicleta Zanella perteneciente a Aníbal Torres, mientras le preguntaban por su marido: Juan Carlos González. Como él aún no había regresado a su casa lo esperaron hasta que consiguieron secuestrarlo cuando abría la puerta de acceso a su vivienda. Después de largo peregrinaje, Olga lo ubicó en el D2.
Dada la relación que existía entre Torres y su esposo pudo conocer algunos amigos del Desaparecido; entre ellos mencionó a la Turca (Reneé Ahualli) y su esposo (Emilio Assales) y un tal “Rafael”. Negó que en los encuentros se hablara de política y se mostro conmovida cuando recordaba el ataque del que fue objeto y las penosas situaciones que vivieron sus hijos.
El Tribunal mencionó un par de actas previas a la requisa en casa de los González que dan cuenta de bultos retirados del domicilio y da por sabido que la moto de Torres estaba en ese lugar. Heredia dijo desconocer la procedencia de la información.

Juan Carlos González
Conoció a Rosario Aníbal Torres en 1968 y trabaron amistad cuando ambos eran chóferes de la misma compañía de ómnibus en San Luis pero dejó trascender que no los reunía relación política alguna. El vínculo se sostuvo hasta la fecha de la desaparición de Aníbal; por este motivo González fue detenido llegando a su casa, el 17 de junio de 1976. Dijo recordar que fue introducido en un Renault 6, trasladado al D2, golpeado y sometido a picana seis o siete veces. El interrogatorio remitía a Torres, sus relaciones y un presunto bolso con dólares. Luego fue trasladado a la seccional 6ta de Las Heras, de allí al penal provincial y a otras cárceles del país hasta que salió con libertad condicional en 1983.
El testigo fue sometido a Tribunal Militar pero curiosamente, aunque siempre fue chofer de ómnibus, aparece como parte del grupo de sindicalistas de los Bancos Previsión y Mendoza condenados por ese Tribunal, entre quienes estaban Roque Luna, David Blanco, Ricardo Sánchez Coronel y otros. En su relato dijo haber tenido por Defensor oficial al Tte. 1ero. de Aeronáutica Carlos Gómez quien con anterioridad al juicio aseguró: “vos estás condenado” y le aconsejó "agradezca no ser muerto o desaparecido". Frente al reconocimiento fotográfico del personal de aeronáutica, el tal Tte. Gómez resultó tener otra identidad.
En cuanto a Rosario Aníbal Torres dijo saber que era peronista, que accedió a una designación política como comisario en San Martín de San Luis y en 1974 estuvo detenido porque se lo acusaba de encubrir un depósito de armas. Ya en libertad se trasladó a Mendoza y nuevamente comenzaron a frecuentarse.
Preguntado por quiénes eran los compañeros de Torres, el testigo aportó que Evangelisto Baigorria era su amigo; recordó a un joven de nombre “Rafael” que en el reconocimiento fotográfico resultó ser Jorge Amodei- desaparecido en fecha próxima a Torres- y también a un matrimonio encargado de la finca con viñas en la que Torres decía trabajar. Ratificó que dos días antes de su detención, Torres dejó una moto en su casa pero no volvió a buscarla, ni nunca más supo de él.  
Finalmente, el fiscal Vega le preguntó porqué creía que había estado preso siete años y seis meses, a lo que, sereno y medido como durante toda la declaración, González contestó: “por una amistad”.

Emma René Ahualli
Testigo por las causas Torres y Urondo-Raboy, para esta audiencia le solicitaron precisiones sobre el primero. Dijo que él era militante de Montoneros, que formó parte de las fuerzas de seguridad de San Luis y se lo vio por última vez en el centro clandestino de detención D2.
Renée Ahualli, conocida como la Turca, llegó a Mendoza en 1973 enviada por la cúpula de la organización con una función de responsabilidad. A Rosario Aníbal Torres, “Martín”, lo conoció a fines de 1975 cuando el joven se trasladó desde San Luis y se alojó en el hogar que compartían con su pareja Emilio Assales, “Tincho”. Los tres integraban una misma célula que con el correr del tiempo, debido a la represión, se fue reduciendo y limitando a un grupo de supervivencia. Compartían una misma casa en el departamento de Godoy Cruz.
La testigo recordó que Torres había estado al mando de una comisaría del departamento de San Martín, en San Luis. Este rol lo pagó de la peor manera, se supone que “Martín” murió por las heridas provocadas en la tortura. Según relatan sobrevivientes del D2 que lo vieron, el “Milico montonero”, como lo denominaban, era el blanco preferido con el cual se ensañaban los agentes del centro de detención.
El 12 de junio de 1976, Ahualli, Assales y Torres recibieron la orden de abandonar la casa porque la detención de Jorge Vargas, otro destacado militante montonero, hacía suponer que serían los próximos. La Turca acordó con Torres una “cita de control” (encuentro para conocer cuál era la situación del compañero) para dos días después. En esa ocasión decidieron asistir a la cita acordada para el 17 de junio con Francisco Urondo,  nuevo jefe regional de Montoneros.
El día indicado, la Turca llegó al lugar con Urondo, su pareja Alicia Raboy y la hija de ambos Ángela, a bordo de una Renault 6. Torres, también lo haría pero a merced de la patota que lo había secuestrado con anterioridad. “Estaba en el Peugeot 504 rojo que había sido de Montoneros, lo habían vestido con un pullover gris y una gorra, él nunca usaba gorra", aclaró. Esa “cita envenenada” tendría como saldo el asesinato de Paco Urondo, la desaparición de Alicia Cora Raboy y el secuestro de Ángela. Reneé pudo escapar milagrosamente de ese descomunal operativo.
Se supone que bajo insufribles sesiones de tortura Rosario Aníbal Torres “largó” el lugar, la hora y los convocados a la cita. “Debo rectificarme públicamente, porque en cierta declaración dije que Torres había actuado así porque había vuelto al primer amor”, refiriéndose a su labor de comisario. La testigo dijo haber comprendido que los sistemas de torturas empleados eran extremadamente brutales, capaces de hacer ir contra su propia voluntad a cualquier ser humano.

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