jueves, 9 de junio de 2011

Audiencia del 8 de junio

CAUSA OLIVERA-RODRÍGUEZ JURADO (IV): Las hijas frente al destino

Declaró en esta jornada una de las maestras jardineras que contuvo a Jimena, hija mayor del matrimonio, de cinco años de edad cuando fueron desaparecidos sus padres y presente en el secuestro de su madre. Sícoli detalló cómo las hermanas se mantuvieron unidas. También aportó enfoques Carlos Grafigna, compañero de militancia de la pareja en San Juan.

Marta Miriam Sícoli
A través del relato de la maestra jardinera jubilada se pudo reconstruir a cargo de quiénes quedaron Jimena, Soledad, Rosario y Guadalupe, tras el secuestro de sus padres Rafael Olivera y Nora Rodríguez Jurado en julio de 1.976. Conocedora de la familia por trabajar en la guardería del Gimnasio Municipal nº 3, a la que acudían las tres hijas mayores, observó que los padres eran reservados y las nenas “eran calladitas, introvertidas, se iban juntas a un rinconcito. Después del secuestro cambiaron”.
La guardería entonces ubicada en inmediaciones de las ruinas de San Francisco dependía de la dirección de Cultura de la Municipalidad de Capital. Su directora era Mirta Pericit Alsina y además de Sícoli y María Cándida Crayón (maestras que cuidaron a las nenas durante unas semanas) conocieron la situación el casero Agüero y su suegra, el abogado de la Comuna y el Intendente Teniente Coronel Molina y su esposa: “Todo debería estar asentado en la Comuna porque el actuante fue el abogado municipal”, remarcó Sícoli.
El día que van a la guardería sólo Soledad y Rosario y nadie las va a buscar, la celadora las lleva a otro domicilio registrado pero inexistente. Se radica la denuncia en la comisaría 4ª y se informa del caso a las autoridades municipales, por lo cual las chicas pasan la noche en casa de la maestra Crayón. Al día siguiente la ausencia de los padres se repite y se agrava porque al mediodía la suegra del casero aparece con las otras dos nenas, “un señor me pidió que las tuviera mientras estacionaba pero se fue”. Desde el municipio se apersonan el abogado y la esposa del Intendente que resuelven que Jimena se quede con Marta; Soledad y Rosario con María Cándida; y Guadalupe, la beba, con los Molina.
“Lo peor fue escuchar a Jimena esa tarde en el micro, prendida a mí, sin soltar sus fibras, había que mostrarle confianza, era una criatura abandonada”. Dijo Sícoli que la nena le contó que “no había ido al jardín porque estaba resfriada y salió con su mamá al supermercado, aparecieron hombres que la taparon con una bufanda, ella grita y pide por la beba, las meten en un auto y las llevan a un edificio con muchos hombres trabajando”. Allí su mamá desaparece y le dicen a Jimena que “se fue con el papá a Buenos Aires”, le dieron unas fibras y la llevaron a la casa familiar hasta el otro día. Con cinco años “enfrenta a los hombres por lo que dan de comer a Guadalupe y porque revuelven toda la casa”. Ambas hermanas se reencuentran con las otras dos en la guardería y ante la pregunta de por qué no las iban a buscar, Jimena cortó: “cállate”. “Ella sufría mucho, tenía miedo y eligió quedarse conmigo, como llegaron con lo puesto quería ir a buscar su ropa pero cuando se fueran esos señores”.
Días después llegan a Mendoza los abuelos paternos y la abuela materna. Ésta habría recibido un llamado desde Francia que le comunicó que las nietas habían sido abandonadas en un taxi, y en el avión el General Olivera se encuentra con otro militar que lo conecta con el Intendente. Por unos 20 días las nenas quedan con las maestras mientras los abuelos, hospedados en el Casino de suboficiales, hacen trámites: “En un principio creyeron que Nora estaba en Boulogne Sur Mer, le compran víveres, pero nunca los vieron”. En tanto, las mujeres a cargo de las nenas fueron citadas al 1º Juzgado de Menores y Jimena entrevistada a solas con la jueza: “aquí no me traen nunca más”, dijo tajante la pequeña. Por otra parte la señora del Intendente bautizó a Guadalupe, apadrinada por el mismo Molina y su hija, con las maestras y los abuelos presentes.
Un domingo, con la ayuda de un hermano de Rafael, se marchó todo el grupo a Buenos Aires. Según “Mema”, la abuela paterna, “decidieron ni preguntar ni buscar más a la pareja desaparecida porque era peligroso para sus nietas”. “No insistan”, les habrían dicho.
Las hermanas fueron adoptadas por la tía paterna, Rosa Olivera de Puente.

Carlos Benedicto Grafigna
Compañero de militancia política y religiosa y del ambiente catedrático de Rafael y Nora durante los años sanjuaninos del matrimonio, el ingeniero Grafigna brindó al Tribunal un relato de contexto sobre parte de la historia argentina del último medio siglo a fin de enmarcar la actividad política, social y cristiana del matrimonio, así como sus modos y objetivos para dar cuenta de la exhaustiva revisión católica que se produjo con esa generación comprometida y solidaria. Repasó así el surgimiento del peronismo y su representatividad en el movimiento obrero, su proscripción, la resistencia, el entusiasmo generado entre los jóvenes militantes y el golpe final de 1.976, siempre en torno a la antítesis del compromiso evangélico frente a la jerarquía eclesiástica como factor de poder y opresión: “Para mostrar cómo actuábamos cristianos y pueblo, sin armas, con solidaridad y conciencia de servicio por los derechos populares”.
Grafigna, que conoció al matrimonio a fines de 1.972, destacó que ambos eran sociólogos, cristianos y fueron designados en la Universidad de San Juan por él. También participaban de los movimientos sociales en villas con tareas de educación, promoción comunitaria y organización popular vinculados al peronismo.
Rescató que en la carrera de Ingeniería surgió una promoción de excelentes alumnos comprometidos y dio el ejemplo de Víctor Hugo García que fue medalla de Oro en la Universidad y posteriormente secuestrado y desaparecido.
Agregó que en la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe habían conformado un grupo de reflexión que solía analizar lo que sucedía en la realidad a la luz del evangelio; de ahí  partían sus prácticas. Preguntado si en ese grupo estaba Domingo Britos, contestó que no, que ellos se relacionaban a través de la JUP. Y según versiones recogidas por el ingeniero, Britos, ex alumno de Olivera “fue eliminado junto al matrimonio”.
Grafigna cree que cuando Rafael Olivera, expulsado de la universidad sanjuanina por razones políticas luego de la intervención a nivel nacional con Ivanissevich al frente, se trasladó a Mendoza para optar por algún cargo en el Universidad de Cuyo, porque tenía sólidos antecedentes y "era un tipo brillante". A partir de 1.976 pierden el contacto mutuo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario