“Lo
sabremos, confíen que ya lo sabremos”
15-02-13 | El fiscal Dante Vega
inició la ronda de los alegatos por las Causas 085M, que contempla seis
desapariciones forzadas. Los hechos ocurrieron en diciembre de 1977 en el
contexto nacional del “Operativo Escoba”. El detalle de ese plan lo dio la
doctora Romina Ronda, quien alegó en representación del Gobierno de Mendoza.
Nélida
Tissone, Néstor Carzolio, Alberto Jamilis, Rodolfo Vera, Gladys Castro y Walter
Domínguez desaparecieron entre el 5 y el 9 de diciembre de 1978. Fueron parte
de la razzia que el terrorismo de Estado hizo a través del Operativo Escoba,
cuyo objetivo -ampliamente cumplido por autores intelectuales y materiales de
la matanza- fue la aniquilación de militantes del Partido Comunista Marxista
Leninista (PCML) de todo el país, de los cuales varios habían encontrado en
Mendoza pasajeramente refugio contra la persecución diseñada por la
Inteligencia de la Marina.
Con su
habitual caudal de datos relacionados, en contacto con el resto de la realidad
nacional y siempre con especial atención a las historias de vida de las
víctimas, el fiscal Dante Vega reconstruyó parte de la historia de la militancia de
izquierda en los ‘70. Ese repaso sirvió para la posterior exposición de Romina Ronda, especialista en la represión
sobre el PCML y querellante por la Subsecretaría de Justicia del Gobierno de
Mendoza a partir de los casos de Walter Domínguez y Gladys Castro.
“Las
fuerzas conjuntas llevaron a cabo un operativo previamente diseñado, con
blancos seleccionados por su militancia en el PCML”; se trataba de personas con
“vidas intensas y comprometidas con una sociedad más igualitaria, una vida más
digna y un pueblo más libre”, señaló Ronda.
“Si al
grupo de seis personas desaparecidas contempladas en la causa, se suman el
secuestro y desaparición de Jorge del Carmen Fonseca y el matrimonio conformado
por Antonia Adriana Campos y José Antonio Alcaráz, más la sustracción del hijo
de ambos, Martín, son nueve las personas desaparecidas y diez las víctimas en
apenas cinco días”. Las desapariciones de Fonseca, Alcaráz y Campos, explicó
Ronda, “debieron integrar este caso”, sin embargo el primero fue tratado en el
juicio anterior; mientras que las otras dos personas corresponden a otro caso
en este juicio pero en distinta causa: la 053M.
Según Vega “la causa 085M presenta notables similitudes con la de mayo de 1978.
En diciembre de 1977 hubo un ‘megaoperativo’ cuyos principales blancos fueron
miembros del PCML, muchos de ellos oriundos de La Plata”, bautizado Operativo
Escoba. “No es una nomenclatura novedosa. A través del juicio histórico en el
que participé por la masacre de Trelew, se logró comprobar que además de los
presos políticos asesinados en el penal de la base militar Almirante Zar, el
Ejército efectuó otra razzia en todo el valle patagónico a fin de intimidar a
representantes y allegados de los entonces detenidos. Resultado: 16 víctimas
más. El Operativo fue bautizado como ´Vigilante´”.
Dante
Vega dijo: “vamos a comprobar la persistencia del Estado terrorista, cómo no
cejaron nunca en la persecución a los militantes; pero también cómo funcionó la
solidaridad, el compañerismo y hasta el heroísmo entre las personas acosadas”.
En el mismo sentido, Romina Ronda aclaró: “el aparato terrorista tenía un plan:
interrumpir los proyectos de las organizaciones revolucionarias. Y las
consecuencias de ese plan, la desigualdad social, la vulneración de derechos,
los bajos salarios, la falta de trabajo, la represión de las manifestaciones
populares continuaron sometiendo durante años al pueblo argentino”.
Fiscal y
representante del gobierno de Mendoza se refirieron al informe secreto y confidencial sobre el PCML elaborado en mayo de
1978 por el Grupo de Tareas 3 de la
Marina. Vega además citó “Maoísmo y
lucha armada: el PCML”, investigación de Adrián Celentano; y el libro “Hacerse cargo”, recopilación
testimonial de las historias de vida de los desaparecidos en Mendoza.
Ambos
alegatos sirvieron, entonces, para probar los hechos en cada caso, la
existencia del Operativo Escoba a nivel nacional dirigido contra militantes del
PCML y que fue diseñado previamente a partir de la reunión de información
procurada por los servicios de inteligencia; y que, finalmente fue ejecutado
entre los días 5 y 9 de diciembre de 1977, principalmente en Mendoza, La Plata,
Córdoba, Capital Federal y Mar del Plata. Además, que toda la acción represiva
se llevó adelante de manera conjunta por parte de fuerzas de seguridad y
militares, pero con la dirección máxima del Ejército, donde pertenecía el único
imputado: Paulino Enrique Furió.
Furió, el Ejército, el Operativo
La
represión de las organizaciones revolucionarias la comandó en Mendoza el D2,
hasta el 24 de marzo de 1976. Desde ese momento siguió actuando pero el mando
primigenio de toda la actividad represiva durante el gobierno de facto lo tuvo
el Ejército, lo cual no resta responsabilidad al resto de las fuerzas de
seguridad y armadas que, entonces, tuvieron activa participación como apoyo. No
caben dudas que se trató de operativos conjuntos, de un accionar conjunto
“antisubversivo”. Se creó la Comunidad Informativa “para no desperdiciar los
aportes de ninguna de las fuerzas”, dirigida por el Ejército y de la cual
participaban la Fuerza Aérea, la Policía Federal, el D2 y toda fuerza que
interviniera en la lucha contra la subversión”.
Después
del Golpe, el Ejército tomó el mando completo de la inteligencia. El único
imputado en las causas, Paulino Enrique Furió, en diciembre de 1977 prestaba
servicio para Inteligencia del Ejército (GT3), era Jefe de Inteligencia de la
VIII Brigada de Montaña (G2); que dependía de la Marina, misma fuerza que
controló el mayor centro clandestino de detención y torturas del país: la ESMA.
“No se le
atribuyen estos hechos a Furió por el simple hecho del cargo que ocupaba”,
explicó de manera contundente el fiscal. “Siempre hemos demostrado que una
persona en un cargo responde por determinados hechos, por ejemplo un secuestro,
a través de documentación; y cuando no hay mucha se puede deducir que responde
porque forma parte de un aparato organizado de poder, como lo fueron el D2 o el GT3,
durante la represión”.
En el legajo de Furió consta una queja que interpuso cuando pasó un tiempo sin
ascensos: “volqué todo mi esfuerzo personal y profesional a coadyuvar como una pieza
del engranaje montado para infligir al enemigo una derrota sin precedentes
(...) podemos estar todos nosotros ampliamente satisfechos por la misión que
cumplimos acabadamente”.
Romina Ronda: El plan y sus consecuencias. El Ejército y Furió
Calificar al represor
Romina Ronda: El plan y sus consecuencias. El Ejército y Furió
Calificar al represor
La
Fiscalía pidió que se condene a Paulino Enrique Furió como autor mediato de los delitos de privación abusiva de la libertad agravada por mediar violencias y
amenazas; también se lo acusa por homicidio
doblemente agravado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más
personas; todo esto por seis hechos
-Carzolio, Tissone, Vera, Jamilis, Domínguez y Castro-. También se lo acusa por
robo simple por un hecho -el
desvalijamiento de la casa de Vera-; por robo
agravado por el uso de armas por dos hechos -por las camionetas de Vera y
de Carzolio-. Todos los delitos fueron cometidos en concurso con el de asociación ilícita -ya tiene condena
por eso pero el fallo de Casación al respecto no está firmado, por eso se pide en
este juicio nuevamente-, constituyen delitos
de lesa humanidad y fueron perpetrados en el contexto del genocidio.
La
abogada del Gobierno de Mendoza pidió similar calificación, con la diferencia
que señaló a Furió como “co-autor” e
hizo una fundamentación respecto de esa diferencia.
El
Operativo Escoba no se pudo hacer si el concurso activo de la inteligencia
activa militar de Mendoza”, dijo Vega; a la vez, explicó Ronda, "el Ejército
comandaba y en conjunto con las otras fuerzas recopilaban información y
ejecutaban los planes". El Operativo Escoba tuvo etapas en su planificación: reunión
de datos, inteligencia, detección de blancos, secuestros y muerte. En la
estructura militar hay jerarquías que hacen que los “coautores” de los hechos
tengan mayor o menor cercanía directa con los hechos, pero forman parte -con
conocimiento y por voluntad- de una maquinaria que no funcionaría sin una de
sus partes. Es decir, la función particular no exime de la responsabilidad en
la globalidad.
La Escoba
Ronda
ahondó -incluso con imágenes del escrito original que llegó a Mendoza - en el
documento “Informe estrictamente secreto y confidencial del Partido Comunista
Marxista Leninista Argentino”, elaborado por el Grupo de Tareas 3 de
Inteligencia del Ejército (GT3) en mayo de 1978. “Debido a los distintos
operativos realizados en todo el país, en especial con la realización del
Operativo Escoba, han quedado completamente desarticuladas las regionales
Mendoza, Córdoba, Santa Fe, Misiones y Mar del Plata” dice en el informe y
agrega en un anexo diagramas de la orgánica del PCML antes y después del Operativo.
En
diciembre de 1977 hubo 191 casos de desapariciones forzadas, 89 de ellas entre
el 5 y el 9 de diciembre; 56 el día 6 de diciembre. La mayoría tenía
“militancia comprobada en el PCML”. “En un mes desaparecieron todos (...) Hubo
un plan científicamente organizado, levantaron a todo el mundo” dijo Osiris
Domínguez ante el Tribunal.
Este
informe y los testimonios de sobrevivientes y familiares de las víctimas dan
cuenta de las persecuciones sufridas por esa facción política en Mendoza y de
la enorme tarea de inteligencia previa. De ese informe llegaron instrucciones a
Mendoza a través del ejemplar que el GT3 envió para el área de inteligencia del
III Cuerpo del Ejército -zona a la que correspondía Mendoza- y del que llegó al Destacamento de inteligencia 144 que
funcionaba en la VIII Brigada de Montaña, lugar de trabajo del único imputado:
Paulino Enrique Furió, Jefe de inteligencia de ese destacamento.
El
informe tiene detalles sobre la estructura y funcionamiento del PCML, sobre la
caída de sus “primeros elementos” y de detenciones en La Plata y en los
párrafos finales sobre el “desmembramiento del PCML a raíz del operativo de Mar
del Plata y del posterior ‘Escoba’”. El informe reconoce asiento del Partido en
siete regionales y menciona que solo en tres pudieron armar una estructura; y
que en las otras cuatro -entre ellas Mendoza- en total sumaban 60 “elementos”.
También reconoce como lugar de origen y con mayor generación de militantes a La
Plata. De allí y zonas cercanas son oriundas varias de las
víctimas de la Causa que llegaron a Mendoza.
EL PCML en Mendoza
Vega
recordó que “el PCML surgió en 1969 como desprendimiento del Partido Comunista.
Nunca fue de masas y en 1975 contaba con unos 400 militantes y adherentes”. Hizo
“prevalecer la acción política por sobre la lucha armada” y sus “frentes de
inserción” fueron “la acción fabril y estudiantil”.
En 1976,
Mendoza pasó a ser lugar de refugio para los perseguidos, “muchos de ellos ya
en la clandestinidad, pues tras el accionar primero de la Triple A y luego de
los grupos de tareas, el Partido estaba ya aniquilado. En el documento del GT3,
el ´PCML Regional Mendoza´ figura como el primer objetivo para la eliminación
final que se extendió entre los últimos meses de 1977 y los primeros de 1978 en
todo el territorio argentino”.
Tanto
Vega como Ronda, destacaron la perversidad del Plan de exterminio, porque el
PCML, en diciembre de 1977 ya “estaba desmembrado, en la ilegalidad, los
sobrevivientes se juntaban para verse, hablar y apoyarse mutuamente”. Además,
los encuentros eran públicos, sólo de reconocimiento, “la organización celular
ya no existía”.
Efectivamente,
ya en 1976 llegaron militantes provenientes de La Plata -Jamilis, Fonseca, Tissone
y Carzolio- y se contactaron con los locales Vera, Domínguez, Castro, Alcaráz y
Campos. María Cristina D´Amico, María Elena Farrando y Elsa Becerra -que
estaban clandestinas en otros puntos del país- también fueron secuestradas, lo
que indica un total de doce personas del PCML desaparecidas en Mendoza o
relacionadas al grupo cuyano. Jorge Becerra también fue víctima, fue el primer
golpe a la organización, ocurrido el 22 de diciembre de 1976. Fue detenido y salvajemente
torturado en diversas prisiones durante años; otras compañeras y compañeros
fueron empujados al exilio interno o externo. Mirta Hernández declaró que desde
ese momento “todos los militantes del PCML de Mendoza estuvieron clandestinos”.
Dante Vega: El PCML, ilegal, perseguido, desarmado
Los hechos, los compañeros, las compañeras
Jorge del Carmen Fonseca nació en Neuquén, vivía en La
Plata y llegó a Mendoza para huir de la represión. Conocido como ´Pelé´,
militante del PCML pero proveniente del peronismo, tuvo aquí la delicada y
heroica misión de sacar a los amenazados militantes de la provincia a otros
puntos del sur argentino. Compartió con Tissone y Carzolio, y en la casa de
ellos solía dormir.
Néstor ´Cuqui´ Carzolio nació en Berisso. Allí vivió con
Nélida Tissone y tuvieron dos hijos:
María Laura en 1971 y Martín en 1974. Néstor fue delegado del Sindicato de la
carne -trabajaba en Swiff- hasta 1971, muy posiblemente ya como militante del
PCML. Nélida era profesora de Ciencias Naturales en La Plata. Huyeron a Mendoza en el invierno de 1975. En julio de 1977, la pareja alquilaba un
departamento en Godoy Cruz, allí paraba Fonseca,
Martín Carzolio lo recordó presente el día del secuestro de sus padres. En ese
operativo la patota se llevó a los tres, y se robó la camioneta de Carzolio y
la moto de Fonseca. “No se olvidaron de nada”, señaló el fiscal.
Carzolio
y Rodolfo Vera eran locatarios de la
mimbrería que el grupo tenía en Dorrego como fuente de trabajo, lugar de
refugio y de reunión política. El lunes 5
de diciembre de 1977 un grupo de civiles armados había entrado a la casa de
Nélida cuando ella llegó -a las 20- con sus hijos, una hora después lo hicieron
Néstor y Jorge. Los adultos fueron secuestrados (“Doña Lucía, ayúdenos” gritó
Néstor a su vecina Lucía Batalleme, que registró cómo sacaron a los tres
militantes); a los niños los dejaron maniatados y con las bocas encintadas. “No
los escuché más, creí que estaban muertos” dijo Lucía, quien junto a Hilda Fany
Abraham y Aldo Nardecchia -otro vecino, militar, que reconoció la cinta en sus
bocas como utilería del Ejército- liberaron a los niños. Abraham cuidó de los
niños hasta que ubicaron a los padres de Nélida y ellos los buscaron.
A Alberto Jamilis lo apodaban “El Gordo
Manifestación”, recordaron ambos abogados. En los ‘50 se fue a vivir a La Plata
y se recibió de sociólogo. Dio clases en la UNLP y trabajó en el Ministerio de
Economía de la provincia de Buenos Aires, pero en ambos lugares lo dejaron
cesante. Se casó con María Inés Barbetti. “Era una biblioteca andante” recordó
Susana De Miguel.
En La
Plata se incorporó al PCML y se relacionó con Jorge y Raúl Bonafini -hijos de
la titular de Madres de Plaza de Mayo- y Cristina Tortti, militantes del PCML.
Sus causas fueron recientemente tratadas en el juicio por el “Circuito Camps”.
Antes de
radicarse en Mendoza, Jamilis y Babetti sufrieron persecuciones y atentados,
fuerzas de seguridad fueron a buscar a Jamilis a la casa de su madre y a la
casa de la pareja también. En noviembre de 1976 Jamilis llegó a Mendoza y se
puso en contacto con Carzolio, Carlos y Rodolfo Vera, Domínguez y Castro.
Trabajó unos meses en la mimbrería. En abril de 1977 llegó Barbetti, vivieron
ambos en ese local, y tuvieron a su hijo Nicolás, quien por protección fue
inscripto con el apellido de la madre.
El 6 de diciembre de 1977, la pareja ya
vivía en Godoy Cruz, cerca de las 2 de la madrugada, civiles con armas y medias
en la cabeza -menos el jefe de la patota- entraron a la casa. Gritaban “¡Gordo
salí!”, lo cual denota el trabajo de inteligencia previo, también le
requirieron la “llave” -de la mimbrería-. Ataron a la pareja, revolvieron
durante dos horas la casa, y cuando se los llevaban, él pidió que dejen a su
esposa con el bebé de dos meses: “ella no tiene nada que ver”. “Bueno piba,
hacé de tu hijo un buen ciudadano” le dijo el jefe de la patota a Barbetti y se
llevaron a Alberto. María Inés se instaló después en Bragado, “exilio interno y
huir” de nuevo señaló Vega.
La misma
noche del 6 de diciembre, Rodolfo Vera estaba en la mimbrería
-donde en la tarde anterior estuvo con Jamilis y Carzolio- y de allí lo
secuestró una patota. Fue el cuarto -y último- operativo dirigido a Rodolfo.
La puerta
“estaba abierta sin violencia” -usaron ‘la llave’- y se produjo “la rapiña
consiguiente”, dijo Vega. “Estaba pelada la mimbrería” contó Carlos Vera. Él y
Domínguez trasladaron a la compañera de Rodolfo y su hija, Mirta Hernández y
Cecilia, para su refugio.
Rodolfo Vera era el mayor de cuatro hermanos,
siempre ligado a cuestiones sociales y la militancia política, “iba a los
barrios” y “ayudaba a la gente” recordó su madre, Agustina Corvalán. Conoció a Mirta Hernández y estuvieron años en
pareja. Militaba en el PCML y comenzó a estudiar arquitectura en la privada
Universidad de Mendoza con Walter
Domínguez, donde juntos formaron el Centro de Estudiantes. Allí comenzaron
a ser perseguidos, y hasta mermaron sus estudios. Para 1977, Rodolfo alquiló
con Carzolio la mimbrería y allí trabajaba.
Un año
antes, el 22 de diciembre de 1976, el también militante del PCML Jorge Ciro
Becerra fue secuestrado y en ese operativo se robaron la camioneta de Vera. “La
impunidad con que se manejaban los efectivos del D2. Roban la camioneta y la
empiezan a usar alegremente y a cielo abierto. La estacionan en la playa del
D2, Carlos Vera la vio en un taller mecánico, también circulando”, reflexionó
Dante Vega, recién “diez años después la policía se la devolvió a la familia en
un estado de deterioro completo”, añadió. Luego de ese episodio, en el
prontuario de Vera se observa el pedido de captura en el orden del día de él,
de Susana De Miguel y de Mirta Hernández.
El mismo
22 de diciembre de 1976, un grupo de la policía fue a la casa de la casa de los
padres de Rodolfo, detuvieron a Dionisio Vera y se lo llevaron al D2: “lo
insultaron y le dijeron de todo”, relató Agustina. Dos días después, la policía
fue a la casa de Vera y Hernández. No los encontraron pero aprovecharon “para
la rapiña”, dijo Dante Vega. “Se robaron todo”, dijo Carlos Vera, “hasta media
bolsa de azúcar”.
El 7 de
abril de 1977, el Ejército -como consta en el parte de novedades del libro de
guerra de la Unidad Regional IV- realizó un operativo a cargo del Mayor Garibotte.
Agustina contó que muchas personas uniformadas rodearon toda su casa y hasta querían
matar al perro. Dos días antes, el padre de Rodolfo había presentado un
documento reclamando la camioneta. Vera y Hernández se refugiaron en Rivadavia,
en la casa de un familiar. Mirta estaba embarazada, Cecilia nació en julio de
1977. Entre setiembre y diciembre de ese año, Mirta y su hija se refugiaron en
la casa de Walter y Gladys.
Walter Domínguez y Gladys Castro, de 22 y 23 años, vivían en Godoy Cruz y esperaban un hijo o hija, Gladys tenía seis meses de gestación. Walter estudiaba arquitectura -con Vera- y era chofer de micro. Gladys debió abandonar sus estudios de bellas artes y trabajaba en una panadería.
Walter Domínguez y Gladys Castro, de 22 y 23 años, vivían en Godoy Cruz y esperaban un hijo o hija, Gladys tenía seis meses de gestación. Walter estudiaba arquitectura -con Vera- y era chofer de micro. Gladys debió abandonar sus estudios de bellas artes y trabajaba en una panadería.
“Cuando entró a la facultad comenzó a hablar
de lo social” dijo María Assof de Domínguez, su madre, ante el Tribunal. Vega
relevó ese dato, lo valoró como signo de la generación que desaparecieron,
“¡qué diferencia con los actuales alumnos de arquitectura, de esa facultad y de
cualquiera, no creo que se esté hablando mucho de lo social!”. “Era peligroso
para el sistema, pero lo que estaba haciendo no era nada malo”, dijo en su
testimonio la referente de Madres de Plaza de Mayo de Mendoza.
Ambos
eran militantes del PCML, refugiaban y ayudaban permanentemente a otros
militantes -entre ellos la compañera de Jorge Becerra, Susana De Miguel-, desde
el 6 de diciembre estaban enterados del secuestro y destino de sus compañeros y
compañeras y decidieron quedarse.
El 9 de diciembre, una patota asaltó su
casa y se los llevó. “Señora Clara, ayúdenos por favor” alcanzó a pedirle
Walter a una vecina, la misma que declaró que cuando salió al patio a ver qué
pasaba una voz de mando le dijo “Por favor señora, métase adentro de la casa”.
“¿Por qué nos hacen esto, qué hemos hecho?” repitió Gladys mientras la
arrastraban al auto del secuestro. “Aún no sabemos qué pasó con el nieto de
María Assof”, dijo Dante Vega, “pero lo sabremos, confíen que lo sabremos”,
aseguró conmovido y movilizó a toda la sala.
Poco más
tarde, alrededor de las 03.30, un grupo de personas vestidas de civil y armadas
fueron a la casa de los padres de Domínguez. Iban a buscar al hermano de
Walter, Osiris. No lo encontraron porque estaba trabajando. Días antes, de
manera inusual, le llevaron a Osiris padre un cuchillo para arreglar: tenía
marcas de la Fuerza Aérea. La patota se lo llevó. Osiris salió a las 6 de la
empresa Pescarmona, alertado al igual que su hermano de lo que venía sucediendo
con los compañeros, pasó por la casa de Walter y Gladys, vio la puerta
violentada y supo lo que pasó. Allí comenzó su periplo para salvar su vida.
El Fiscal
Dante Vega resaltó un detalle excepcional: tras el secuestro de Walter, los
padres -Osiris y María- fueron a la casa, hallaron todo revuelto y se
percataron del robo de cosas de valor. Con la angustia de no saber dónde
estaban sus hijos, su nuera y el estado del nieto o nieta en camino, Osiris
padre se ocupó de arreglar la puerta del departamento de Walter y Gladys, que
los captores de su familia habían destrozado, ya que era alquilado y deberían
devolverlo en condiciones...
Osiris
Domínguez, Carlos y Oscar Vera, Mirta Hernández, Mabel D’Amico, María Elena
Farrando, Cristina D’Amico, Alfredo Irusta, Julio del Moral, entro otros,
comenzaron a huir: el exilio. Primero a Buenos Aires, luego a la Costa -allí
cayeron algunos en un operativo-, y destinos finales de otros en el sur del
país y en otros países.
Dante Vega: Lo social, la solidaridad, Walter Domínguez
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