“Se llevaron a los mejores”
14-02-2013 | El Doctor Pablo Salinas amplió el alegato del Movimiento Ecuménico por los Derechos
Humanos (MEDH) que la semana pasada ofreció su colega Diego Lavado en relación a nueve personas desaparecidas en mayo de
1978. Acompañado de fotografías y textos en referencia a Juan José Galamba -militante montonero y perseguido político desde
1976, con quien más se ensañaron los grupos de tareas y que finalmente fue
secuestrado y desaparecido el 28 de mayo de 1978- Salinas repasó en general la
estructura organizativa del terrorismo
de Estado y señaló los responsables de la impunidad en Mendoza. También destacó la lucha del MEDH y los
Organismos de Derechos Humanos.El representante del MEDH plasmó, además, investigaciones que dan cuenta de la responsabilidad de quienes actuaban en la Policía y el Ejército en aquellos meses (a partir de las pruebas contra el imputado Aldo Patrocinio Bruno, a la fecha jefe del D2) y movilizó al Tribunal y al público con sus apreciaciones respecto a “nuestros compañeros” y el delito que los genocidas continúan perpetrando al no revelar el destino de sus restos.
En cuanto a la existencia y
consecuencias del plan sistemático de represión, Salinas afirmó: “Existió un orden
clandestino tanto en sus aspectos genéricos como específicos. Este esquema
normativo es la prueba de la represión ilegal. El terrorismo de Estado implantó la desaparición de personas, la
tortura y la persecución política con
conocimiento de su ilicitud, porque dentro de las funciones que se atribuyeron
los mismos miembros, “el accionar de
los integrantes de las Fuerzas Armadas en las operaciones realizadas en la
guerra librada constituyeron actos de servicio” (documento final de la
junta militar), “no están
contempladas” -según el Código de justicia militar- ni “la tortura, ni la desaparición forzada
de personas, ni el saqueo”.
“Secuestraban a la gente, la encapuchaban -salvo a quienes iban a matar
ese día-, se disfrazaban, vendaban a los detenidos, esto es la prueba de que
sabían que lo que hacían era ilegal”, expuso el abogado. Y citó el testimonio
de Alfredo Edgar Gómez, que en el juicio anterior reunió la comunión
de fuerzas y la relación entre grupos de tareas: “Las demás fuerzas trabajaban
con nosotros. Nos usaban a nosotros. Iba personal de Gendarmería, Ejército,
Fuerza Aérea, la SIDE a buscar antecedentes al D2. Ellos trabajaban con
nosotros. La Federal también iba, Willy Cardello iba. La mayoría que iba ahí,
iba con nombre supuesto. Iba un señor de la SIDE que pedía los prontuarios y
sacaba los antecedentes.”
Entre los mayores responsables: Ejército y G2 -Inteligencia militar- (Furió, Dopazo, Gómez Sáa, Migno,
Puebla); Fuerza Aérea: Santamaría,
Jofré, Carelli, Francisca (jefe policial), Santuccione (jefe policial); “Patota
Federal” (Cardelllo, León, Mirota); D2 (Smaha, Fernández, Sánchez Camargo,
Miranda, Patrocinio Bruno, Oyarzábal); GE 78 (Carlos Rico, Medina, Siniscalchi);
“Justicia cómplice” (Guzzo, Miret, Romano, Carrizo, Petra); solo por mencionar
algunos, aclaró el abogado al señalar estas participaciones.
Desde mediados de 1977 “ya no
había operativos con ostentación de fuerza y afán de infundir terror”, recordó
Salinas; sin embargo fue creado el Grupo Especial 78 (GE 78), que cumplía las
mismas funciones de aniquilamiento con mayor sigilo. Y en esa agudización
de los sentidos represores es razonable
concluir que les “cae” un dato: en junio de 1976 hubo un prófugo del
megaoperativo contra militantes montoneros: Galamba. Desde ese día, ninguna
acción les había dado resultado para encontrarlo, les fue escamoteado. Comenzaron, entonces, el
operativo de mayo de 1978 por la punta del ovillo de junio de 1976. También
parece obvio que las víctimas no sabían dónde estaba para entonces Juan José y
se torna evidente que los desaparecidos fueron quienes lo ampararon en 1976 y contaban con algún grado de compromiso político”.
Específicamente en relación
al grupo de Causas de mayo de 1978 -investigación propiciada por familiares y
el MEDH aún desde la dictadura- Salinas explicó: “Son varias las categorías de
actos que constituyen crímenes contra la humanidad y que fueron perpetrados por
grupos de tareas de Mendoza: asesinato, exterminio, encarcelamiento, torturas,
violaciones, persecuciones por motivos políticos, desaparición forzada. La
particularidad de esta Causa es la solidaridad,
las personas que se comprometieron. No
todo fue colaborar con el terrorismo de Estado, existió otra sociedad solidaria.
Por eso, esta no es una simple acusación legal, estamos también construyendo
memoria colectiva y esto habla de lo mejor de los mendocinos. Se llevaron a los mejores, persiguieron a Juan José Galamba y en su camino
atacaron la solidaridad, atacaron los lazos comunitarios, fueron el eje de la
represión. El D2 conducido por Bruno Pérez fue pieza central del terrorismo de
Estado. Para Aldo Patrocinio Bruno y el
D2 el éxito del operativo fue completo, se ganaron los galones: encontraron un
prófugo subversivo, se vengaron de quienes lo habían protegido y arrasaron con
un grupo que tenía antecedentes políticos de izquierda. De paso, en el camino
encontraron a una prófuga montonera oculta desde julio de 1976 -Isabel Membrive-”.
La
reconstrucción de los hechos -los nueve secuestros y desapariciones forzadas en
vísperas del mundial de fútbol- por la
querella fue similar a la aportada por la Fiscalía y la Secretaría de Derechos
Humanos de la Nación. Salinas señaló el grado de persecución extremo al que fue
sometido Juan José Galamba durante dos años y la “conexidad” con el resto de
los secuestros perpetrados a su entorno: “Galamba se convirtió en un prófugo en el contexto del megaoperativo
en contra de Montoneros en junio y julio de 1976, cuando se
sucedieron los allanamientos, las detenciones, los secuestros seguidos de
desaparición, en la vía pública fueron asesinados Francisco Urondo, Juan Carlos
Charparín; se llenó el D2 y en ese centro clandestino los secuestrados
asistieron a la tortura y posterior ausencia de muchos compañeros de cautiverio”.
Respecto al grupo detalló: “Resultan
dignos de reconstrucción y de admiración los movimientos de este militante clandestino que logró jugar
ajedrez frente a la dictadura durante casi dos años. Nunca fue a los
lugares posibles donde los servicios de inteligencia lo buscarían. Recurrió a
sus amigos, algunos de ellos, de los
inicios en el Socialismo que no aparecían abiertamente comprometidos y que
lo ayudarían sin dudas, como de hecho ocurrió: participaban de la misma
comunidad de ideas, no se encontraban en riesgo aparente, habían trabado
amistad en la UTN y en el ámbito político. Eran personas que estaban en sus
domicilios habituales, en sus trabajos, en sus estudios: Margarita Dolz y su esposo Carlos
Castorino; Raúl Gómez y su esposa Liliana
Millet; Víctor Hugo Herrera, que trabajaba en la ferretería del dirigente
socialista José ´Pepe´ Suárez; Mario y
Gustavo Camín. Daniel Romero fue nexo entre ambos grupos, procedía del
socialismo, estrechamente relacionado con el peronismo, había sido obrero y
delegado.
El segundo grupo aparece con
otras características. Pertenecen al
peronismo, algunos decididamente a Montoneros. También está probado que
aportaron en su medida a la supervivencia de Juan José: Gisela Tenenbaum y Ana María
Moral, los esposos Tenenbaum, Juan
Carlos Romero, Sebastián Molina, Ramón Sosa. Daniel Romero es el referente más constante de dicha supervivencia.
Cuando Juan José regresa de la cantera de Camín en San Juan es alojado por
Daniel en su casa. Es él quien lo ubica en el horno de ladrillos de su hermano
Juan Carlos, militante peronista, un hombre muy humilde para quien la función
pública fue un servicio a la comunidad”.
“No se ha probado en el
juicio la participación de Aldo Enrique Patroni, quien trabajaba en Cimalco,
estaba relacionado con Daniel Romero y pudo ser quien retiró a Juan José de
manos de Raúl Gómez, en lugar de Ignacio Mamaní como siempre se creyó, ya que
él manifiesta no haberlo hecho. El caso de Patroni deberá investigarse”, lanzó
para profundizar Salinas.
Pablo Salinas: Juan José Galamba y la solidaridad
Pablo Salinas: Juan José Galamba y la solidaridad
Carta para Juan José
Al final de su alegato, el doctor Pablo Salinas leyó una
carta que Natalia Galamba, hija de Juan José, le escribió a ese padre que
conoció a través de la reconstrucción de la memoria y del cariño de sus
compañeros y compañeras:
“Resististe viejo… Casi dos años resististe persecución, miedo,
desesperación… Y aún así no te diste por vencido. Estoy segura de que creías
que las cosas se podían mejorar, que otra realidad era posible. Y tuviste
amigos y compañeros, que creían lo mismo que vos, y que -como vos- no pensaban
en ellos mismos, pensaban en forma colectiva. No era salvarse el propio
pellejo, era resistir para salvar el pellejo de todos.
Y el plan sistemático que implementaron estas bestias
resultó en cierta forma. ¿Y sabés por qué digo que resultó? Porque hoy a muchos
les suena alocado, incomprensible, que alguien pueda jugarse entero por los
demás. Esa solidaridad, que para ustedes era natural, espontánea, no necesitaba
explicaciones. Y hoy… estamos tratando de explicarla.
No les bastó con encerrarlos, torturarlos, asesinarlos y
desaparecerlos. Tenían que asegurarse que el terror perdure; y apuntaron también
al miedo a los valores. Pero con lo que no contaron fue con los que quedamos:
los familiares, los compañeros que sobrevivieron y que nunca dejaron de
pelearla, los que estuvieron acá en este Tribunal reviviendo los peores
momentos de sus vidas, para que se haga justicia. Eso… eso también es
solidaridad. Y en cada abrazo de ellos que recibo, te abrazo a vos, y siento
que no pudieron con nosotros, que hoy estamos ante la posibilidad no sólo de que se haga justicia sino de reivindicar la militancia, el compromiso. Y sobre
todo… el amor a la vida, que era lo que los movilizaba.
Muchos fueron quedando en el camino de esta lucha… y, como ustedes, siguen viviendo en cada uno de
los que los conocimos. Hoy no podría
estar más orgullosa de vos viejo, y te digo viejo… aunque no te dejaron serlo”.
Pablo Salinas: Natalia Galamba a su padre Juan José
Pablo Salinas: Natalia Galamba a su padre Juan José
La defensa técnica o
las técnicas de la defensa
La defensa oficial del exjefe del D2, Aldo Patrocinio Bruno,
rechazó la calificación ampliada que la querella propuso y que sostuvo en los
alegatos; reiteró que debe respetarse “la calificación legal primigenia”. Como
lo hizo en procesos anteriores, la abogada explicó que “el rol de la defensa
oficial es realizar una defensa técnica en estos juicios trascendentales para
nuestra sociedad, y asegurar la posibilidad de realización de los mismos”.
Del alegato surge que hay
una aceptación de los hechos, del plan sistemático; no se puso en duda el
terrorismo de Estado ni la represión ilegal. Sin embargo, solicitó la absolución del único
imputado en esta Causa porque no se considera probada -más allá de las
pruebas indiciales- su participación directa ni la de sus subordinados en los
operativos de secuestro, detención, interrogación, torturas, vigilancia; tampoco
que alguna de las nueves víctimas de la Causa hubiesen pasado por el D2.
Respecto de la Causa 077, la abogada expresó que “siguiendo
las hipótesis sostenidas por la fiscalía, basadas en las investigaciones de la
señora Elba Morales y el doctor Carlos Venier (h), presentada en 1986, “estas
personas fueron detenidas por haber albergado o por haber prestado algún tipo
de colaboración a Juan José Galamba” y también para “preservar el orden durante
la realización del Mundial de Fútbol Argentina 1978, para lo cual se formó el
denominado Grupo Especial 78 (GE 78)”. “Respecto
de los hechos”, dijo Duranti, “las
circunstancias de tiempo, modo y lugar que fueron descriptos por los acusadores
fueron corroborados por los testigos y los damos por hecho”.
“La importancia de un juicio como el presente radica en que
se activa una situación compleja, porque además
de determinar la responsabilidad de determinados actores en un contexto
político especial se pretende actualizar la verdad y la justicia como
valores pilares de una sociedad democrática”, reafirmó Duranti. Sin embargo,
“todo contexto es una variable de análisis más (...) e incluso, una vez
comprobada una trama no resulta atribución automática sobre el nivel de
participación del sujeto”.
La defensora, en el camino de su argumento, diferenció
“verdad histórica”, que es “por definición inverificable, el juez no puede
examinar de manera directa el hecho que debe juzgar”; la “verdad procesal”, que
es un tipo particular de la “verdad fáctica”, referente a hechos pasados y a la
cual se accede mediante pruebas. Entonces, dijo, “se puede afirmar que la
verdad procesal fáctica es resultado de una ilación de los hechos probados del
pasado con los hechos probatorios del presente”. Y de estos conceptos surge el fundamento
principal del pedido de absolución para Bruno: si a partir de esa ilación de
tramas “el dilema no es resoluble, prevalece la hipótesis más favorable para el
acusado”. La Defensa apeló, así, a la figura de “in dubio pro reo”.
Las pruebas le resultan insuficientes a la defensa, Duranti expresó
que los testigos dieron detalles de los
hechos, pero no certezas de las fuerzas intervinientes en los operativos ni de los
lugares de detención de las nueves víctimas. Recordemos que la ilegalidad de la
represión radica, entre otras cosas, en su clandestinidad.
Excepciones de esos relatos a los que se refirió Duranti
son: Ana María del Olio, novia de Mario
Camín en 1978 y quien declaró que vio cuando lo ingresaban al D2 la noche del
secuestro. A esto, la defensora contestó que ningún otro relato pudo corroborar
ese dato. María Isabel Salatino, madre
de Víctor Hugo Herrera, hizo un
reconocimiento fotográfico en el cual señaló a Smaha, Pinto Vega, Bustos
Vasconcelos y Stipech. Duranti rechazó que esos sujetos estuvieran bajo el
mando de Bruno en el D2 al momento de los hechos. A esto, la abogada agregó que
muchas de las referencias de vestuario de quienes realizaron los operativos de
secuestro tienen que ver con fuerzas militares más que policiales, desestimando así la actuación conjunta de
las Fuerzas así como la situación de clandestinidad del accionar y la capacidad
de disfrazarse que tenían los agentes, justamente, para que no fuesen
identificados por los familiares que estaban con el detenido ilegalmente.
Respecto de las declaraciones de ex-agentes policiales que
implicaron a Bruno, simplemente la defensa alegó que se trata de testimonios
sobre “causas propias” en la cuales asistió el derecho a la no autoincriminación
y por eso se deben desestimar.
Sobre la prueba documental -libros de novedades, de
intercambio de legajos, etc.- Duranti pretende que sólo da cuenta del cargo que
ocupaba Bruno pero no de su participación directa ni de sus subordinados en los
operativos. Sobre el pedido de la
Fiscalía de incorporar el expediente “Fiscal contra Rusconi”, que consigna
detalles del accionar del D2, la defensa se opuso porque alega que se presentó
fuera de tiempo; sin embargo probablemente
quede incorporado.
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