De facultades y operativos
paralelos
24-08-2012 | Hubo seis
testimonios en la Causa que abarca los secuestros y desapariciones de nueve
personas durante la segunda quincena de Mayo de 1978. Allegados a los
desaparecidos Mario Camín y su padre Gustavo, explicaron el ambiente represivo
que se respiraba en la Universidad Tecnológica Nacional. La hija menor y los
dos hijos mayores de Juan Carlos Romero abrieron la etapa testimonial de la causa
030-F que incluye a los también desaparecidos Daniel Romero y Víctor Hugo
Herrera.
Ana María del Olio
Completó su testimonial. Ratificó haber visto a Mario Camín en el
interior de un vehículo en el playón del D2 y haber sido hostigada y humillada
por los policías cuando clamaba por su paradero a las tres de la mañana del 23
de mayo de 1978. Agregó que al día siguiente, "Osvaldo Moreno" -conocido suyo- le
contó que oyó el nombre de Mario y otros en una lista referida por un grupo de
personas en un café. Luego supo que Moreno trabajaba en la SIDE y que actualmente
vive en Godoy Cruz.
Rafael Francisco Bonino
Con Mario Camín se conocieron en la secundaria y para mayo de 1978
estudiaban juntos en la Universidad Tecnológica Nacional. Alrededor del 25 de
ese mes se enteró por otro compañero, el “Cholo” Alberto Antonio Monserrat, que
Mario había sido secuestrado en la playa de la UTN. La versión llegó a la madre
de Mario, quien a su vez contó a Bonino que el departamento de calle Patricias
Mendocinas había sido desvalijado. Sobre el espionaje y las persecuciones que
existían en el ámbito universitario y las relaciones con la desaparición de su
amigo, Bonino dijo: “había, estaba el “Loco” Seijoo, en aquel tiempo ya lo
denunciaba Mario”.
José Luis Daguerre
Fue compañero de Mario en la UTN y en la Compañía Argentina de
Teléfonos, filial de Ericsson, donde trabajaban en el montaje de centrales
telefónicas para el Mundial de 1978. No le conoció actividad gremial, sí
militancia de izquierda. A Gustavo Camín lo vio algunas veces en el
departamento de su hijo, cuando viajaba desde San Juan.
Daguerre se enteró de la desaparición de Mario por Ana María del Olio,
que lo abordó la madrugada del 23 de mayo en el ingreso a la CAT, desesperada
en búsqueda de Camín. Hacia el 23 de mayo ya se comentaba el secuestro en los
pasillos de la Facultad. Luego, por Dora Gordon, madre de Mario, supo también
de la desaparición de Gustavo.
El Fiscal Dante Vega citó una declaración de 1986 de Raúl Julio
Liendo, estudiante de la UTN, según la cual varios compañeros de Mario lo
habrían visto salir acompañado por cuatro personas de civil el 22 de mayo de
1978. Daguerre dijo sentirse temeroso por aquellos meses: “había casos de
estudiantes desaparecidos en la UTN”.
El presidente del Tribunal, Juan
Antonio González Macías, anunció que sería citado a testimoniar Alberto
Monserrat. El Fiscal Vega dio a conocer que el Ministerio Público desistiría
del testimonio de María del Carmen Gil de Camín, por no encontrarse en
condiciones de comparecer ante la Sala. Se apelará entonces, al testimonio brindado
por ella en instrucciones previas. Además informó que Dora Gordon,
primera esposa de Gustavo Camín y mamá de Mario, prestará testimonio en su
domicilio por no estar en condiciones de asistir a Tribunales Federales; y que
se le requerirá un nuevo testimonio a Alicia Morales de Galamba acerca de Juan
José, su compañero. Morales declaró en el proceso anterior en referencia a su
propio caso.
Tres de
los cinco hijos de Juan Carlos Romero testimoniaron por los secuestros y
desapariciones de su padre, el 28 de mayo de 1976 y de su tío Daniel Romero, producido
cuatro días antes. Elena Beatriz, Juan Carlos (h) y Dante Eriberto, testigos
directos de los hechos, aportaron datos sobre los tres operativos contra los
Romero y sobre las conexiones probables con la persecución a Juan José Galamba.
Juan Carlos Romero y sus cinco hijos
estaban en la casa familiar en las dos ocasiones en que un grupo de
aproximadamente 10 personas, algunas vestidas con ropa militar y encapuchados,
interrumpió violentamente sus vidas. A su turno los tres hermanos fueron
relatando cómo la noche del 24 de mayo de 1976, un grupo de tareas irrumpió en
el domicilio sobre el Acceso Norte, Las Heras. Unos entraron en la habitación donde
dormían Juan Carlos y su esposa, Sofía Irene Ceballos. Otros fueron a la
habitación de los hijos. Allí, a punta de arma larga, obligaron -a los que se
despertaron- a mantenerse acostados y bajo las mantas. Aún así, Elena y Juan
Carlos (h) lograron ver lo que sucedía.
Uno de los “personajes” que estaba al
mando, con la cara descubierta y vestía campera de cuero, interrogó a Juan
Carlos apuntándolo. Le preguntó sobre el paradero de alguien a quien
denominaban “El Rubio”. Después supieron que se referían a Juan José Galamba. Luego
de increpar al padre de familia y de revolver todo en la casa, se retiraron en vehículos
que los entonces niños identificaron como Ford Falcon. Tras la retirada, los
testigos relataron que Juan Carlos quedó muy alterado hablando con su esposa y
expresó preocupación por su hermano: “No sé qué pasa”, le dijo a Sofía, “pero
van a ir por Daniel, van a ir por mi hermano”, repitió varias veces.
En los días siguientes, la cuñada de
Juan Carlos, Dulce María Quintana, comentó a la familia que ese mismo 24 de
mayo habían secuestrado a Daniel Romero. Cerca de la medianoche del 28 de mayo,
nuevamente un grupo de similares características, y con la misma persona al
mando, irrumpió en la casa. Sin que mediara interrogatorio o explicación alguna,
se llevaron a Juan Carlos. “Se robaron a mi papá. También robaron mercadería,
enciclopedias y todo lo que les podía servir, los pocos bienes que teníamos”,
relató Elena. Después que el grupo salió con el secuestrado, Juan Carlos (h)
corrió hacia la calle y vio los Falcon, uno verde y dos grises, que se alejaban
con su padre. Sofía llegó media hora más tarde. Entre uno de sus hijos y una
vecina le contaron lo sucedido. Durante los días siguientes denunció la
situación en la IV Brigada Aérea y en la Comisaría 16. En ambos sitios no
obtuvo más que silencio.
En aquel 1978, Juan Carlos Romero
tenía un horno de ladrillos que montó invirtiendo el dinero de la indemnización
obtenida luego de ser cesanteado en mayo de 1976 de su trabajo en el municipio
de Las Heras como director de Obras Públicas. Al horno lo acompañaban a menudo
sus hijos mayores. Dante recordó que entre los trabajadores había uno
que llamaba la atención porque era rubio. Incluso comentó que en una oportunidad,
meses antes del secuestro de su padre, un helicóptero aterrizó en el campo
donde se encontraba el horno. En esa situación, el “rubio” -en apariencia
Galamba- se escondió de quienes descendieron de la aeronave.
Las diversas pertenencias de las
víctimas de ambas familias tratadas en la audiencia demuestran que el plan
sistemático de eliminación de personas se focalizó mayormente sobre estudiantes,
obreros y militantes. Las Causas de los Camín, de los Romero y de Galamba,
todos desaparecidos en las mismas fechas por parte del mismo grupo de tareas,
son extracto fiel y reflejo de esa memoria histórica que busca reparación a
través de la justicia.
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