Familiares y
prontuarios: alrededor del D2
23-08-2012 | Se dio comienzo a
las testimoniales en relación a las desapariciones de Gustavo Neloy Camín y
Mario Guillermo Camín, padre e hijo, ambos secuestrados la noche del 22 de mayo
de 1978. Isabel Guinchul y Ana María del Olio ampliaron sobre esas causas. Por la de Raúl Gómez Mazzola, un policía retirado del D5 -Archivo policial- estableció puntos de contacto
entre las investigaciones y los secuestros ulteriores. Morellato más
complicado. El centro clandestino D2 y mayo del 78.
La cuarta jornada
abrió con una resolución favorable por parte del Tribunal acerca de los
recursos de casación interpuestos por las partes acusadoras. Luego de los
fundamentos del Fiscal General y de los Querellantes el pasado 2 de agosto, se da
lugar a que sea la Cámara Federal de Casación penal -que durante esta semana declaró
inconstitucional condenar a perpetua a menores de edad- la que se expida, en
breve, sobre los pedidos de prisión preventiva de los imputados aún libres. También
se dio lectura relacionada a la ampliación de calificaciones solicitadas esa
fecha. Además de las nuevas calificaciones de los delitos cometidos en forma
genérica se sostuvo que: los imputados París Francisca, Garibotte y Miranda no
modificarían sus calificaciones, en tanto que Furió, Bruno Pérez, Puebla, Fernández,
Morellato, Migno y Oyarzábal sí lo harían. Se considera, teniendo en cuenta
similar antecedente en el proceso desarrollado en San Juan, que hay una
aceptación tácita para que el Tribunal se expida sobre las nuevas calificaciones
antes de las sentencias.
Jorge Aladino
Rivero: Archivos, primeros pasos
Retirado de la Policía de Mendoza, declaró en relación a las desapariciones
forzadas de Raúl Gómez Mazzola (Causa integrada en la 077-M) y de Aldo Enrique
Patroni (sin proceso judicial en curso). Actuante entre 1976 y marzo del
presente año en el Archivo Judicial, sección Prontuarios -conocido como D5-,
fue convocado porque en un libro del D2 figura su firma el 17 de Mayo de 1978
cuando se produjeron los secuestros de Gómez y Patroni. En dicho libro consta
el registro de los
prontuarios devueltos por personal del centro clandestino de detención al D5. En
el margen del expediente de Gómez figura la firma del testigo: una especie de “recibido”.
Según Rivero,
que hacía turnos de 19 a 01 hs, eran cuatro integrantes del D2 -recordó a
Álvarez y Salinas- los encargados de llevar y traer del Archivo los expedientes
de las personas investigadas: “una vez que sacaban todos los antecedentes
devolvían los prontuarios. Casi todas las gestiones por expedientes provenían
del D2. Si el sospechoso era ´Sánchez´ se llevaban todos los expedientes con ese
apellido”.
El
prontuario modelo durante la dictadura consistía en fotos y datos personales y
sobre la propiedad (vehículos), antecedentes y relaciones filiales y de amistad
de las personas. Rivero dilucidó las anotaciones que figuran en el Libro del D2:
(C) Contravencional; (DP) Delitos contra
la Propiedad; (SP) Seguridad Personal -individuo que pasaba de investigado a
detenido, caso Ángel Bustelo; (II) Identificación Individual; (IV)
Identificaciones Varias.
La doctora Viviana Beigel, por la Querella del MEDH, preguntó si se hacía
control de los prontuarios devueltos. Rivero contestó que no, que eran
demasiados los prontuarios solicitados como para poder controlar si volvían. En orden a las preguntas de Beigel agregó que los prontuarios fueron trasladados
a la ex Bodega Giol y que no quedan registros del D5 sobre los prontuarios
removidos entonces.
El juez Antonio Burad fue incisivo: el testigo aportó su conocimiento sobre
el accionar represivo de la Policía -D2 en el primer piso y D5 en el subsuelo
del Palacio policial-. Dijo Rivero: “me tocó estar ahí, sabíamos de camiones
llenos de detenidos por las noches, de los operativos en los que teníamos que
ayudar fuera de turno sacando los prontuarios de la gente que se llevaban, se
escuchaban las órdenes y gritos de tormentos provenientes del primer piso”. Sobre
el imputado Aldo Bruno Pérez -jefe del D2 en 1978- creyó recordarlo “por un
tiempo en el D5” pero no logró reconocerlo entre los únicos dos procesados
presentes. Al otro presente, Fernando Morellato Donna, no imputado en esta Causa, lo reconoció como integrante del D5. La mueca en
negativo de Morellato no funcionó. Sí alcanzó a ser percibida.
Muy pocas veces se ha puesto en evidencia, por parte de los testigos
pertenecientes a fuerzas militares y policiales, la situación de violencia en
el D2. Este testimonio puede tomarse como un primer paso hacia un sinceramiento
sobre el terrorismo de Estado en Mendoza.
Elda
Isabel Guinchul de Pérez: Una cuestión de solidaridad
Isabel, reconocida militante por la
defensa de los Derechos Humanos, ofreció su testimonio y echó luz sobre la vida,
el secuestro y la desaparición de Gustavo Camín y su hijo Mario. En su relato
dijo que conoció la historia por la familia Camín, que luego de aquel trágico mayo de 1978 buscó ayuda en Familiares
de desaparecidos, espacio de lucha al que llegó en 1977 y que hoy sigue
integrando y sosteniendo. Por entonces y por los mismos motivos, conoció a los
familiares de Raúl Gómez y de Daniel Romero.
Por relatos de Armando Camín -hermano
de Gustavo-, supo que Mario estaba “conectado” con el PRT y que ayudó refugiando
a militantes de esa agrupación. También lo hizo con Juan José Galamba que
pertenecía Montoneros y anteriormente había sido asistido por Gustavo Camín, quien
le dio trabajo en la talquera de la familia ubicada en San Juan. El resguardo
de Galamba en los domicilios de los desaparecidos integrados en la Causa fue
revalidado por Isabel: “se trató de una cuestión de solidaridad”.
Toda esa información le valió para
trazar su hipótesis sobre el entramado de los secuestros de mayo del 78: “no
creemos en la hipótesis de que haya sido el hilo conductor, pensamos que los
servicios de inteligencia dejaron libre a Juan José hasta que necesitaron
nuevamente crear un momento de terror, actuaban así”, dijo. Esto se sostiene
porque los perseguidores llamaban a este grupo “los residuales, sabían que en
algún momento habían militado”, afirmó contundente, haciéndose voz de los Organismos
de Derechos Humanos.
Ana
María del Olio: El chupadero de gente
Novia de Mario Guillermo Camín, centró
su relato en las horas previas y posteriores a su secuestro. Dijo que la noche
del 22 de mayo de 1978, alarmada por la conmoción de la madre del joven y por
el clima de la época, salió en búsqueda del muchacho: “sabíamos que por pensar
distinto podías tener problemas”. Acompañada de su padre se dirigió al Palacio
Policial -donde funcionaba el D2- a sabiendas del peligro que corrían: “eso era
un chupadero de gente”. En el acceso a la dependencia vio cómo Mario era trasladado
en un Rastrojero de doble cabina de la Policía que ingresaba al lugar: “acá no
hay civiles” le gritó un oficial de alto mando cuando Ana María pidió
información sobre el destino de su novio.
Lo visto por la testigo en la playa
del D2 fue corroborado por ella horas después, cuando junto a una amiga
entraron al departamento ubicado en calle Patricias Mendocinas. El lugar -ocupado
por Mario para sus estudios y por Gustavo, su padre, cuando permanecía en
Mendoza-, estaba todo revuelto. Entre el lío faltaba lo que Ana María considera
la confirmación de que se trataba de un secuestro efectuado por la Policía: habían
arrancado, retirado el teléfono. Del Olio relató que junto a la madre de Mario
hicieron, durante años, todo lo posible para dar con el paradero del joven y de
su padre sin obtener más que silencio.
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